✒ F R A S E A R I O | El blog de Aída María Holguín Baeza

"¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, el mundo está podrido." -Santa Catalina de Siena-

Somos el asteroide

Dicen los que saben -y saben muy bien- que, como la Tierra es un sistema en el que todo está conectado, los cambios de una zona pueden influir en los cambios de todas las demás.

En el caso del cambio climático, producto de un mundo cada vez más caliente, las repercusiones son cada vez más negativas en muchas regiones ya que, además de sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad, el cambio climático también puede afectar nuestra salud, la capacidad de cultivar alimentos, la vivienda, la seguridad y el trabajo.

Lo más grave del caso es que todo parece indicar que las cosas pueden ir de mal en peor porque, según datos de la Organización Meteorológica Mundial, hay una alta probabilidad de que este 2024 sea el año más cálido (de los 174 años que hay registros), después de que el decenio finalizado en 2023 rompiera un récord de calor que empuja al planeta “al borde del abismo”.

Estamos pues, tal como lo advierte ONU, en la “autopista hacia el infierno climático” y necesitamos una salida. Y “si llegamos a escenarios infernales será sólo porque así lo hemos elegido’’, diría David Wallace-Wells.

El caso es que, de seguir como hasta ahora; es decir, eludiendo o postergando la acción climática (negando el calentamiento global), el número de “refugiados climáticos” aumentará drásticamente. Pero lo peor del del caso es que ese no es problema; el problema es que, de seguir como hasta ahora, no habrá ni para dónde correr porque, como bien lo dijo Ramez Naam, aunque abundan las amenazas que podrían generar una catástrofe planetaria, como una erupción masiva de supervolcanes, un estallido cercano de rayos gamma o el impacto de un gran asteroide, es el colapso ambiental provocado por los seres humanos el que -a más corto plazo- podría acabar con la mayor parte de la vida en la Tierra -y entonces no va a haber ni para dónde correr-.

Es en ese y con ese contexto que los que saben, y saben muy bien, como Noam Chomsky, también dicen que lo que le hemos hecho al medio ambiente ha creado condiciones como las de hace sesenta y cinco millones de años, cuando un enorme asteroide chocó contra la Tierra y tuvo efectos ecológicos horripilantes. Lo mismo está sucediendo ahora, excepto que somos el asteroide.

Si, así es. O como dijo Rob Stewart en su libro “Salvar a los humanos”, somos nuestro propio asteroide y, si no escuchamos y actuamos ahora mismo, podríamos ser testigos de la muerte de la mayor parte de la vida en la Tierra. Seremos la causa de esa muerte. Nos habremos borrado a nosotros mismos en un abrir y cerrar de tiempo geológico.

A modo de síntesis, concluyo citando lo dicho recientemente por el secretario general de la ONU, António Guterres: “Al igual que el asteroide que acabó con los dinosaurios, la humanidad está teniendo un impacto desmesurado en nuestro planeta. En el caso del clima, no somos los dinosaurios, somos el asteroide. No sólo estamos en peligro, somos el peligro. Pero también somos la solución”.


Ilustración: El Diario NY | Impremedia

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Aída María Holguín Baeza

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